martes, 22 de enero de 2013

Fondo-Kati / testigo del exilio ibérico en Tombuctú



Los responsables del Fondo Kati (*), considerado el principal centro de documentación andalusí fuera de España, han realizado, junto con otras dos bibliotecas históricas de Tombuctú, un dramático llamamiento a la comunidad internacional para preservar este insustituible patrimonio, sin el cual difícilmente se podría conocer el papel que ha jugado el islam en el norte de África.

Tanto el Fondo Kati como el Instituto Ahmed Baba y la Biblioteca Mama Haidara han lanzado esta señal de alarma, recogida por la prensa local de Mali, ante el peligro que supone para este legado cultural el control de Tombuctú por el grupo salafista Ansar Dine (Defensores de la Fe).

Aunque la también conocida como “Ciudad de los 333 santos” fue ocupada a finales de marzo por el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA), de orientación laica e integrado por independentistas tuareg, de forma inmediata Ansar Dine, reforzado por milicianos de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), se hizo con el control de la ciudad. A partir de ese momento y según numerosos testimonios difundidos por sus habitantes a través de internet o por la prensa de Mali, comenzaron a aplicar su rígida interpretación religiosa, por ejemplo obligando a las mujeres a llevar velo o separando en las escuelas a los chicos y a las chicas. Igualmente habrían sido cerrados bares, hoteles y otros centros de esparcimiento para los numerosos extranjeros que suelen visitar la ciudad más turística de Mali.


Cartel de la Biblioteca Andalusí o Fondo Kati de Tombuctú. / María Jesús Castillejo
Ansar Dine ha sido, desde el mes de enero, “compañero de viaje” del MNLA en su ofensiva para expulsar del Azawad al Ejército. Sin embargo, una vez proclamada la independencia de Azawad el pasado 6 de abril, el MNLA se ha visto rebasado en muchas zonas por la inusitada fuerza adquirida por los fundamentalistas islámicos, que se oponen a la creación de un Estado tuareg y pretenden instaurar la charia en todo Mali.

De acuerdo con estas informaciones, inicialmente no se notó que la presencia de los grupos armados supusiera una amenaza directa para los numerosos edificios de valor artístico y arquitectónico. Sin embargo, a finales de abril acribillaron a balazos la escultura del jinete Alfaruk, mítico protector de la ciudad, y después destruyeron el Monumento de los Mártires, erigido en honor a quienes murieron masacrados por el dictador Musa Traoré en marzo de 1991 durante un levantamiento popular.

Pero el 4 de mayo ocurrió un hecho que ha sembrado una profunda inquietud sobre la actitud que tendrán los ocupantes hacia los históricos lugares que tiene esta población, catalogada en su conjunto por la UNESCO como patrimonio internacional.

Ese día, varios militantes fundamentalistas irrumpieron en el mausoleo de Sidi Amar, uno de los muchos santos enterrados en la ciudad. Según explicaron en su momento testigos presenciales, los hombres armados provocaron destrozos y echaron fuera a las personas que estaban rezando en su interior con el argumento de que adorar a los santos era pecado. Después, a la vista de todos, quemaron la tela blanca que envolvía el mausoleo y detuvieron, temporalmente, a uno de los presentes que se atrevió a protestar.


Mezquita de Djingareiber. / Wikipedia
Venerar a personas consideradas santas es una de las piedras de toque en el enfrentamiento entre la interpretación salafista del islam y la que, por lo general, siguen las sociedades musulmanas. Para los radicales no se puede rezar a los muertos, mientras que para numerosas corrientes islámicas –sobre todo entre los sufíes- y de la misma forma que ocurre en el cristianismo con las ermitas y pequeños santuarios, es totalmente legítimo rezar a personas que, en su vida, se distinguieron por sus obras o sabiduría.

Ante esta situación, muchos habitantes han decidido abandonar la ciudad dirigiéndose a la parte sur del país, bajo control de las fuerzas de Bamako, mientras escasean los suministros y los comercios se ven abocados al cierre. Uno de los convoyes con ayuda humanitaria procedente del sur fue bloqueado por Ansar Dine debido a que en él viajaba una mujer.

El temor de que al profanación de Sidi Amar se repita en otros mausoleos o incluso en las tres grandes mezquitas (Djingareiber, Sankoré y Sidi Yahia) se ha extendido ahora a los centros donde se conservan miles de libros y documentos históricos.

Solo en la Biblioteca Andalusí (Fondo Kati), habilitado con ayuda del Ministerio de Cultura español y de la Junta de Andalucía, se guardan unos 3.000 manuscritos conservados por los descendientes de un morisco toledano que, fundamentalmente, versan sobre la presencia andalusí en la zona del Magreb.

“Estos manuscritos tratan sobre todas las materias relacionadas con el mundo musulmán y hoy nos ayudan a conocer y divulgar la aportación del islam en África desde los orígenes de la ciudad hasta la actualidad”, explican estas tres bibliotecas en su llamamiento a la comunidad internacional. “Hemos trabajado con abnegación para recopilar estos manuscritos, para conservarlos y difundir su contenido, generación tras generación. Esperamos poder continuar este trabajo de salvaguardia, sabedores de que las instituciones a nivel internacional comprenderán este esfuerzo y nuestra disposición a colaborar con todas las partes para preservar este legado del mundo musulmán y de toda la Humanidad”.

'Fondo Kati, testigo del exilio ibérico en Tombuctú' narra el exilio ibérico en la Curva del Níger (Malí) a partir de la documentación recogida en la mítica biblioteca de Mahmoud Katí y en los testimonios de sus descendientes.

Se trata de la historia de unos exiliados que partieron de Al-Ándalus en el siglo XV dejando atrás su tierra y todo cuanto tenían; excepto su memoria. La increíble colección de manuscritos andalusíes y africanos apareció en 1999, en la lejana Tombuctú, 150 años después de su dispersión. Se consideró perdida durante décadas. Los Kati, herederos de Witiza, último rey godo, la custodiaron.

Intelectuales como José Saramago y Fernando Sánchez Dragó dan en 'Fondo Kati, testigo del exilio ibérico en Tombuctú' su opinión sobre este singular y desconocido episodio de nuestro pasado.
El documental es obra de Hilván Creaciones , y cuenta con la dirección y guión de Manuel A. Navarro Espinosa, la producción de Juan Carlos Estrada García y la edición de Carmen Martínez Morenilla.

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«Los importantísimos 3.000 manuscritos, parte de la historia de al-Ándalus ya estaban casi perdidos, pero ahora lo están del todo». Así se lamentaba ayer el hispanista de origen italobritánico, Michael Jacobs, tras el recrudecimiento de la situación en Mali. Su fascinación por uno de los lugares míticos del norte de África, Tombuctú, le llevó a realizar multitud de viajes y a escribir varios libros basados en la historia de «aquel paraíso», como él lo describe, donde viajaron cientos de españoles moriscos (musulmanes convertidos al catolicismo) durante los siglos XV y XVI. «También estoy muy preocupado por mis amigos, toda la gente que he ido conociendo en mis viajes allí», declaró el historiador a LA RAZÓN.

Aquel territorio africano formaba parte de la cultura española. Muchos de los exiliados españoles medievales, huyendo del fanatismo y las persecuciones, se ubicaron allí. Tanto, que la Junta de Andalucía autorizó el trasladó de los casi 3.000 manuscritos a Tombuctú, tras la insistencia de los propios descendientes de familias de al-Ándalus, sobre todo de una, la familia Kati, y de miembros de la cultura contemporánea española como Juan Goytisolo o José Saramago. Una especie de biblioteca, con documentos escritos en árabe, hebreo, español medieval y aljamiado (castellano con caracteres árabes), se inauguró finalmente en el año 2000. Albergaba tratados de Medicina, Astrología, Matemáticas, Geometría, Derecho, crónicas de viajes... El Gobierno andaluz ayudó económicamente a su conservación, edificó la biblioteca y su web de turismo incluía Tombuctú entre sus destinos. Ya no está.

El golpe de Estado perpetrado por una de las ramas de Al Qaeda, Ansar Din (Defensores del Islam), a finales del pasado marzo, hizo temer por el paradero del tesoro histórico. Ahora, la mínima esperanza de salvaguardarlo, desaparece. «No localizamos ni siquiera al bibliotecario», confiesa Jacobs. El bibliotecario, y también historiador, Ismael Diadié, de antepasados toledanos, fue el gran artífice para el traslado de los documentos al norte de África. Su teléfono no funciona. Los legajos son, de acuerdo con Jacobs, de esencial importancia para la reconstrucción del pasado de al-Ándalus, la España musulmana, la convivencia de las tres culturas (árabe, cristiana y judía). «Poseen un valor histórico y cultural sencillamente esencial para entender el legado andalusí», afirma. El historiador confiaba hace unos meses en que, incluso los fundamentalistas, podrían conservarlo de algún modo, dado su tremendo valor histórico. Los terroristas musulmanes tendrían en su poder parte de su historia, la del mundo árabe, que es también parte de la historia de España (sobra recordar los 800 años compartidos, desde el 711 hasta 1492).

«Ni siquiera Al Qaeda los destruiría. Sería destruir su propio pasado», llegó a decir Jacobs. Sus recuerdos de Tombuctú le entristecen. «En aquella sociedad, en los años 90, se ayudaban unos a otros, había un gran sentido de la familia. La gente musulmana era encantadora (muy religiosa, pero tolerante), me encantaba la cultura, la historia...», cuenta entre silencios. «Toda la gente se está yendo al desierto. Y los que se han quedado, tienen mucho miedo.

Me da mucha lástima... Espero que la guerra no llegue al punto de que los franceses empiecen a bombardear Tombuctú. Espero, de verdad, que no». Pero el fanatismo de algunos lleva a tomar medidas. «Había pensado incluso vivir allí porque es un paraíso en todos los sentidos. Tenía ganas de volver y ya no creo que pueda», lamenta el hispanista , que dice no entender los motivos de la guerra. «No hay ni una sola línea en el Corán que contenga un ataque contra la música ni contra la cultura», sentencia.

Lidia Jiménez

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