sábado, 12 de enero de 2013

La Castilla Granadina




Se trata de una gran ciudad de Al-Andalus que los geógrafos Ibn Galib y Yaqut así como el historiador al-Razi nos describen como la capital del distrito de Elvira, que pasó después a llamarse Elvira. Así nos lo cuenta el célebre polígrafo granadino Ibn al-Jatib en su Ihata tomando como fuente al historiador cordobés Ibn Hayyan,:”la ciudad de Elvira se llamó antiguamente Castilia, y sabido es que alcanzó gran nombradía, que se halló en el estado más floreciente, que sus habitantes gozaron de riqueza y prosperidad..De su antigua grandeza dan testimonio las ruinas y restos de sus edificios que aún subsisten…..el tiempo no cesó de espantar a los moradores de esta ciudad y sus casas fueron decayendo de día en día…” (64)

Pocos años después de su total destrucción en 1010, “el alfaquí Abu Ishaq, nacido en ella, cantó la desolación de la ciudad muerta por los pecados de los hombres y apenas llorada, preguntándose dónde habían ido a parar sus pretéritas maravillas, sus generosos pobladores, guerreros, sabios, nobles, hermosas doncellas;(65)

Los restos arqueológicos nos confirman la devastación de la ciudad y la extensión de los vestigios por una superficie de dos kilómetros cuadrados expresa el desarrollo alcanzado por Qastiliya una vez que obtuvo la capitalidad de la Cora. Por la extensión de los restos encontrados por Gómez Moreno en las ruinas de Elvira y siguiendo los baremos de Torres Balbas en su estudio de las ciudades hispanomusulmanas podemos deducir que esta Castilla (Qastiliya en las crónicas musulmanas) podría tener más de 20.000 habitantes.

Esta ciudad de Castilla, situada en la vega, en las inmediaciones del pueblo de Atarfe, era diferente de otras dos ciudades -Iliberri y Garnata- que fueron las que dieron lugar a la Granada moderna. Tanto Iliberri, antigua ciudad turdetana situada junto al rió Darro, en el actual Albaycin; como Garnata, situada en la ladera que da al Genil, sólo llegaron a tener importancia a raíz del establecimiento de los Ziríes en la actual Granada y como consecuencia de la destrucción de Castilla a principios del siglo XI y el traslado de muchos de sus moradores a la nueva Granada nacida de la fusión de Garnata e Iliberri.

Existe, pues, una gran confusión entre estas tres ciudades, (66) y es porque las tres tuvieron importancia en períodos diferentes de la historia. Así, Iliberri fue una ciudad importante de la Turdetania citada por Plinio junto a las de Ilurco e Ilipula, en los entornos de la vega. En el bajo imperio romano y la época visigoda tomó mayor importancia otra ciudad de la vega que se llamaba Castilla y que debido a la escasez de fuentes de la época no nos han quedado referencias de ella, (a no ser que las monedas encontradas de la época visigoda con el nombre de Castilona, se refieran a esta ciudad). Después, en la época musulmana, se dio el nombre de Elvira a toda la región granadina. En las crónicas posteriores se utilizó el nombre de Elvira para designar indistintamente a la región y a su capital (Castilla). Con la destrucción de esta ciudad a comienzos del siglo XI, se borró su memoria.

D. Miguel Lafuente Alcántara, socio del Liceo artístico-literario de Granada nos da referencia de la “singular” excavación de la necrópolis de esta ciudad por lo jornaleros de Atarfe en un artículo escrito en 1842. “A distancia de medio cuarto de legua del pueblo del Atarfe……se ha descubierto un basto cementerio romano, un acueducto antiquísimo, y otros vestigios de población. Exceden de 200 las sepulturas que en muy pocos días se han abierto”.(67)

En realidad, más que de una excavación se trató de un expolio por parte de los jornaleros en paro que buscaban el oro de las tumbas. Nicolás Peñalver y López, en un artículo recogido en el mismo libro nos describe las pocas piezas que pudieron comprar a algunos de estos jornaleros. Se trata de anillos, brazaletes, hebillas y jarrones, principalmente.

La importancia de la Castilla granadina durante la alta edad media y el bajo imperio romano la podemos deducir por haber sido sede del importantísimo concilio de Elvira, que aunque las crónicas posteriores lo denominan “de Elvira”, en realidad se debería llamar “concilio de Castilla” pues así se llamaba la ciudad cuando se celebró, y no Elvira como le llaman las crónicas que recogen la celebración del concilio y la lista de los obispos de la ciudad, crónicas que son posteriores al siglo VIII cuando a Castilla, capital de la región de Ilbira, ya se le empezaba a conocer como Elvira.

Otro dato que nos revela la importancia de la Castilla granadina en el siglo VIII es el texto del pacto impuesto por Abderrahmán I a los habitantes de Castilla; texto que dice así: “carta de Amán, otorgada por el rey engrandecido Abderrahmán a los patricios, monjes, príncipes y demás cristianos de la gente de Castilla y a sus secuaces de las demás comarcas. Otórgales seguro y paz, obligándose a no quebrantarles este pacto, mientras ellos paguen anualmente diez mil onzas de oro, diez mil libras de plata, diez mil cabezas de los mejores caballos y otros tantos mulos, con más de mil armaduras, mil cascos de hierro y otras tantas lanzas por espacio de un quinquenio”(68).

Estos fuertes impuestos capaces de armar a un ejército nos dan idea de la importancia y la riqueza de Castilla. Abderramán los impone como castigo por el apoyo de los castellanos a Yusuf al-Fihri, uno de sus numerosos disidentes. Este gravoso pacto fue hecho en el 759, fecha importante para lo que tratamos de demostrar, pues coincide con el mismo período en que Alfonso I de Asturias puebla la Vardulia.

Es lógico pensar que una parte más o menos numerosa de estos castellanos, agobiados por los fuertes impuestos de Abderrahmán, acudieran a la llamada de Alfonso I para poblar la Vardulia donde encontrarían tierras libres para ellos. Esta misma fecha, la de 759, es la del primer documento del cartulario de San Millán de la Cogolla por el que unas monjas se establecen en el monasterio de S. Miguel, en San Miguel de Pedroso, en la Vardulia.

Por lo tanto, procede suponer que algunos de aquellos patricios (los fidalgos), monjes y príncipes (los comes o condes) de Castilla, se trasladaran a la Vardulia y siguieran conservando allí su condición de castellanos y por añadidura darían el nombre de Castilla a aquellas tierras.

Ya hemos visto que el traslado de cristianos del sur al norte no era la primera ni la última vez que se producía. Estos castellanos lo único que hacen es trasladar a sus nuevas tierras todo lo que son y conocen en su Castilla de origen; desde el arte, la religión, la agricultura, la organización administrativa, la toponimia, hasta la propia forma de hablar, un latín más o menos culto y una lengua romance salpicada con arabismos que es el Aljamía;

El arte

En las ruinas de Castilla (Elvira) encontró el gran arqueólogo granadino Gómez Moreno un plato con la imagen de un caballo y un azor, curiosamente lo mismo que aparece en un tejido que se conserva en el monasterio de Oña,(Burgos) y que según su párroco D. Agustín Lázaro López en un fascículo sobre “Oña, la villa condal en la historia y en el arte”(1977) “perteneció a la familia condal y luego sirvió de mortaja al conde Sancho, decorado con los símbolos de la independencia de Castilla, el caballo y el azor”. Esta misma mortaja tiene una cenefa con una inscripción coránica en árabe.(69)

El arte de la cetrería, que es lo que viene a significar el caballo y el azor, estaba bastante extendido entre los comes, nobles y gente pudiente en general tanto de la Castilla granadina como del resto de Al- Andalus y así queda atestiguado en el plato de Elvira a que hemos aludido antes y en algunas representaciones de las arquetas de Medina Azahara.

Rastreando la arquitectura por la geografía de Burgos con Fray Valentín de la Cruz en su “Guía completa de las tierras del Cid” vemos la huellas de estos andaluces repobladores. En las zonas de repoblación más antigua los restos arqueológicos son mas arcaicos; Fray Valentín los califica de “estilo visigótico”, mozárabe con influencia oriental y bizantina recordemos que la zona de Granada estuvo bastante tiempo bajo influencia bizantina- e incluso cuando no sabe como calificarlo dice que es un estilo “arcaico” o “extraño”.

Así, en Valdelateja existe “una fortaleza del siglo IX y la ermita de las Santas Centola y Elena (mártires del siglo III).Ahí está con su arco visigótico (es un arco de herradura que creo no se debe calificar de visigótico pues ya existía antes de esta época -ver “Génesis y función del arco de herradura” de Ramón Corzo Sánchez en revista Al-Andalus.) En la parte interior del ábside cuadrado y un óculo a cuyo alrededor se lee entre una cruz de la que penden el alfa y el omega y un racimo:” Ferdenandus et Gutina”, Fernando y Gudina, los señores que dirigieron la repoblación y crearon este alfoz…. nieto de este matrimonio fue don Fernando González, nuestro primer conde soberano”.(70)

Arco de herradura y símbolos de una creencia arriana hay en Quintanilla de las Viñas. Esta iglesia ha sido calificada por algunos estudiosos de visigoda y la han fechado antes del siglo VII; pero otros, entre ellos Fray Justo Pérez de Urbel, la califican de neovisigótica. Arco Mozárabe, Santa Mª de Retortillo. Influencia oriental y visigótica en la iglesia de Monasterio. Cruz Gótica florida en la iglesia de Tardajos, que también tiene un castillo construido a finales del siglo IX. Santa Olalla tiene una “extraña” iglesia arcaica. En Cillaperlata la iglesia de Covadonga tiene una pila bautismal “con raros adornos”.En Tartalés de Cilla,”lugar escondido entre carrascos y pinos; su iglesia es bizantino-románica y hay en el monte una basílica excavada en la roca, con baptisterio, iconostasio y sepulturas antropomorfas, que sirvió para alguna comunidad hacia el 850.” y que tanto nos recuerdan a la de Bobastro (Málaga). Este tipo de necrópolis alto medieval también la encontramos en Villanueva Soportilla y en Quinta
na María. En Redecilla del Camino, hay una antigua pila bautismal con marcadas influencias mozárabes y bizantinas. En Fresneda de la Sierra Tirón hay una Iglesia de S. Vicente con “elementos visigodos”-recordemos que en Qastiliya había tres iglesias dedicadas a S.Vicente, S.Esteban y S.Juan Bautista.(71) En la colegiata de Covarrubias existía un antiguo templo mozárabe en el que se llevaba a cabo la liturgia isidoriana. En la Iglesia de S. Pelayo, en los límites de la mas primitiva Castilla, existe una inscripción que dice: “soy Pelayo de Córdoba”.

La repoblación de la Vardulia se hizo en tiempos de Alfonso I, según cuenta la crónica de Alfonso III; es decir, que esta repoblación se llevaría a efecto hacia mediados del siglo VIII cuando los nuevos pobladores todavía no conocían las nuevas formas arquitectónicas y artísticas que imperarían a partir del siglo IX y X; y es por eso que su arte resulta más arcaico, y “bizantino” que el de los repobladores posteriores. Aunque algunos especialistas han querido ver en las iglesias mas antiguas vestigios de un poblamiento cristiano anterior al siglo VIII, como es el caso de la iglesia de Quintanilla de las Viñas lo cierto es que no existen pruebas de ello.

Esta primera repoblación de la zona de Burgos que las crónicas llaman Vardulia se extendería por una amplia zona de la actual provincia de Burgos como lo atestigua el documento del cartulario de S. Millán de 759, antes mencionado, o también lo puede atestiguar el hecho de que los repobladores del siglo IX y X se encuentren ruinas de algunas iglesias en los lugares que llegan a hacer “presuras” o nuevos poblamientos. Estos primeros repobladores se replegarían hacia las montañas ante las acometidas y las algaradas de las huestes de Hisam I (788-796) de finales del siglo VIII, razzias que vienen reseñadas en las fuentes musulmanas. Quizás estos primeros pobladores se instalaran en grutas o cuevas naturales como el caso de Covadonga; San Millán de la Cogolla, donde existían antes del monasterio unas cuevas de posibles ermitaños, San Juan de la Peña o la propia Sotoscueva en la primitiva Castilla, o quizás se refugiaran en estas cuevas-monasterio ante las acometidas de las huestes de Hisam. Lo cierto es que los re
pobladores “autóctonos” del siglo IX, descendientes de los llegados allí el siglo anterior, salieron de estas zonas poblando otras que se encontraban vacías o en ruinas a los que se añadían los nuevos repobladores venidos del sur.

La Toponimia

En una zona con los antecedentes que hemos visto de no cristianización y escasa romanización es de resaltar la multitud de topónimos romances y cristianos que surgen a partir del siglo VIII. Muchos de estos topónimos persisten aún de una forma desfigurada y otros han desaparecido. Muchos de los poblados nacidos en los siglos VIII al XII, período de la máxima repoblación, quedaron abandonados muy pronto. Los primeros poblados reciben casi todo el nombre de santos que probablemente no fueran más que un lugar asignado a una iglesia y poco más. Como señala el documento conocido como “Becerro de las behetrías”(72), de los dos mil cuatrocientos lugares que había en Castilla en 1351, cuatrocientos ochenta y ocho se hallaban ya despoblados.

En algunos casos la toponimia nos puede revelar claramente la procedencia de los repobladores a que hacen referencia los manuscritos de los monasterios. En un documento de 864 conservado en el Monasterio de San Millán de la Cogolla aparece un serna de Andaluz. También clarísima es la procedencia del cantero de la iglesia de San Pelayo, justo entre los límites de la Castilla más primitiva y el valle de Mena, porque el propio cantero lo firma con la inscripción ” soy Pelayo de Córdoba”.(73) Lógicamente el repoblador le pone a la iglesia el nombre del santo de su devoción.

Este no sería un caso único sino más bien lo normal, que es poner a la nueva iglesia o monasterio o bien el santo de su devoción o el de la iglesia a la que pertenecía en su tierra de origen. Así, los primeros repobladores van poniendo a los monasterios o iglesias que van fundando nombres como el del Arcangel San Miguel, o el de Santa Olalla (Eulalia), San Martín, San Vicente, San Cipriano, San Esteban, San Juan, San Félix, Santos Justo y Pastor, San Cosme y San Damian, Santos Pedro y Pablo, Santa Columba (Coloma), San Salvador, Sta. María, etc…(74)Estos mismos nombres son los que tienen las iglesias de Andalucía. En concreto, en la Castilla granadina existían tres iglesias dedicadas a S. Juan Bautista, San Vicente y San Esteban; y en la Córdoba de Eulogio y Alvaro existían las iglesias de San Vicente, San Cipriano, San Cosme y San Damián, Santos Justo y Pastor, San Miguel, Santa Eulalia, Santa Columba, San Martín, San Zoilo, etc.(75)

Estos repobladores no sólo ponían nombres de santos sino que hay también una abundante toponímia que hace referencia a la naturaleza del lugar; son nombres como haedo, fresnedo, manzanares, perales, pomar, cerezos, cebolleros, fuente agria, aguas frías, aguas cálidas, angosto, alto, etc…Abundan también el nombre de quinta o quintanilla, nombre muy normal de gente romanizada que lo utiliza para designar a su casa de campo. Muchos topónimos hacen referencia al nombre propio del repoblador como Villadiego, Villasur, Villegas, Villamezán, Villahizás, Villamartin, Quintanavides, etc… Puede que estos nombres no reflejen nada aparentemente, pero si pensamos que algunos de ellos son claramente arabizados, (manzana, cebolla, alto de zalama-paz-, mezán, hizás, avides) podemos entender que este tipo de nombres sólo pueden ponerlo gentes que vienen de una zona en que existía un estrecho contacto con la lengua árabe.

Toponimia claramente arabizada también aparece en estos lares en los que no hubo “invasión musulmana” y menos en la época en que aparecen los topónimos, por lo que solo se puede entender como procedentes del sur en una época en que los cristianos andaluces ya estaban fuertemente arabizados. (Son casos como los de Mahamud, Medina, Bahabón). Existen bastantes topónimos que nos recuerdan otros de Andalucía, en general, y de Granada, en particular. Son los de Lantarón (Lanjarón-Granada); Gumiel, Regumiel ( Gomiel-Granada); Lopeira, ya desaparecido (Lopera-Granada); Bañuelos ( Albuñuelas -Granada-); Cogullos, S. Millán de la Cogolla (Cogollos Vega-Granada); Castil (Castril -Granada); Manciles ( Almaciles -Granada-); Cuéllar, Cózar (Cúllar -Granada-).

la organización politico-administrativa

En la organización político-administrativa se ve claramente un paralelismo entre las dos castillas, la granadina y la que surge con posterioridad en el norte de Burgos.

Las pocas referencias que existen sobre la Cora de Elvira, cuya capital era Castilla, nos dan una estructura administrativa en cuya base están los pueblos y sus alfoces, que eran las aldeas y alquerías que dependían del pueblo principal. Estos a su vez estaban agrupados en distritos bajo la dependencia de un castillo o fortaleza, los distritos a su vez dependían del Gobernador que tenía su sede en Castilla, la capital de la cora. Al frente de cada comunidad había un comes (conde) también llamado defensor o protector que normalmente eran, según al-Jatib: “hombres experimentados, inteligentes y tratables, y que sabían lo que cada uno de los suyos debía pagar por la capitación”(76). De lo que deducimos que el “comes” más importante sería el de Castilla-Elvira.

Este mismo tipo de organización es la que vemos en Burgos en los comienzos de la repoblación que creó “Homines de benefactoría”, hombres buenos que aunque no eran nobles conservaban su plena libertad y la propiedad sobre las tierras yermas que habían rotulado al comienzo de la repoblación.”loslegisladores reunidos en 1020 procuraron salvarlos derechos de los “homines de benefactoría” decretando su plena potestad para romper vínculos de dependencia conservando íntegramente sus bienes y su libertad.”(77)

Hacia el año 900 las pequeñas comunidades de hombres libres aparecen “gobernados” o protegidos por los Comites (condes) -recordemos la semejanza con los Comes de al-Andalus-. Mas adelante aparecen organizados en Behetrías (derivado de Benefactorias) en las que el pueblo libre (homines de benefactoría) elegían a su señor o protector que más les convenía. Estas comunidades se regían por sus propios fueros y fue precisamente cuando los reyes asturianos, en su conversión al neogoticismo, quisieron imponer a los castellanos el fuero juzgo visigótico, entonces se inician los primeros intentos de independencia castellana respecto al reino asturiano.

Otra de las típicas divisiones geográficas que los andaluces llevaron a estas tierras es el Alfoz, que en Andalucía designaba a la vega circundante de las poblaciones con sus anexos y que en Castilla “el alfoz era, en el siglo X, un territorio pequeño o distrital en que se subdividían los condados en Castilla. Como vocablo, este nombre había llegado con los mozárabes venidos del sur (Andalucía principalmente)”.(78)

Los historiadores de los condados y del reino de Castilla no nos explican como un territorio pequeño, al que en el año 800 se le conoce como Castilla y al que en el año 872 todavía se le distingue de los territorios del valle de Mena y el de Losa (en el norte de Burgos) dio nombre a toda una región y a un reino. Es cierto que existe poco material para reconstruir la historia de la primitiva castilla, sólo algunas crónicas como la de Alfonso III y alguna otra que apenas hace referencia a esta primera Castilla y en general sólo para hablar de algunas repoblaciones o la fundación de algún monasterio. Poca cosa para reconstruir el primer siglo de su existencia. Después vendrán las Gestas y los Anales, documentos no muy válidos por su tendencia a la exageración y a la parcialidad.

La única realidad es que la Castilla primitiva es un territorio que depende del reino astur gracias a la iniciativa de Alfonso I que la puebla a mediados del siglo VIII. Este poblamiento se produce sobre todo a través del sistema de “presuras” en virtud del cual el repoblador toma posesión de un territorio yermo. Normalmente este repoblamiento se hace a través de eclesiásticos que fundan una iglesia o un convento, como lo atestiguan los pocos documentos que existen sobre el particular. Este dato, el del cristianismo, nos hace pensar que los repobladores sean del sur en general, tanto de Andalucía, como Toledo o Mérida. La falta de datos de la existencia de un cristianismo consolidado en Asturias, hace pensar en la no procedencia asturiana de estos primeros repobladores.

Pero hay un factor más revelador de la procedencia sureña de los primeros repobladores; es la existencia de algunas palabras arabizadas en los primeros textos de la repoblación. Este es el caso del primer escrito(79) donde aparece el nombre de Castilla, fechado en el 800, en donde aparece la palabra “mazanares” y el término “foze”, palabras arabizadas que sólo podía utilizar en aquellas tempranas fechas gentes provenientes de Andalucía en primera o sucesivas generaciones.

Los escritos posteriores van incluyendo nuevos términos arabizados como “allatone” , “infanzone” o “hatta”; incluso en el siglo X, con la venida de repobladores muy arabizados van apareciendo anotaciones en árabe en los escritos latinos. Aunque en el caso de León son bien patentes, en los de San Millán de la Cogolla, según Gómez Moreno, se notan raspaduras de haberlas eliminado, aunque alguna se les ha pasado. Curioso es el caso de un inventario de la Iglesia de Covarrubias “lleno de extrañezas” según Menéndez Pidal y que Arnald Steiger, (Un inventario mozárabe de la iglesia de Covarrubias. Revista Al-Andalus) lo califica claramente de mozárabe por la cantidad de arabismos. Por la fecha de este inventario, año 1112, corresponde a la última ola de emigrantes andaluces a las tierras del norte a causa de la intransigencia de los Almorávides y Almohades.

No es solo en la toponimia en donde se denota la arabización de estos repobladores sino también en los nombres, como es el caso de algún conde que lleva nombre arabizado, o de una ilustre familia que lleva el de Sarracinus. También en las costumbres llega la arabización, pues hay un conde que firma en árabe, o la anécdota del Conde Sancho García que recibe a los enviados de Córdoba “vestido a lo musulmán”; incluso el propio conde es enterrado con una tela en la que existe una inscripción coránica en árabe. Un término tan “castellano” como Hidalgos, fidalgos, (hijos de algo o hijo de bienes, como lo definió Alfonso el Sabio) es una expresión vinculada al árabe como señala Rafael Lapesa (en Historia de la lengua española, pág. 153) pues tiene su origen en el árabe que denomina “hijo de una cosa” a quien se beneficia de ella.(80) También Infante o infanzón, según Lapesa, es, como la anterior, una palabra o expresión completamente románica en cuanto al origen y evolución formal de su significado, pero parcial o t
otalmente arabizada en su contenido semántico.

También podemos hacer referencia a las relaciones políticas que no siempre son tan tensas como nos las quieren hacer ver muchos historiadores. Así podemos ver a los cordobeses interviniendo en los asuntos internos de Castilla, y a los condes castellanos en los asuntos de Córdoba.

Los especialistas reconocen la existencia de estos repobladores mozárabes. Sin embargo muchos de ellos, sobre todo los de la óptica castellana, tratan de ver en ellos gentes que vienen de Toledo, aduciendo inexplicablemente al topónimo “toldaos”, y olvidándose de la gran diferencia demográfica de Toledo y Andalucía. Gentes de origen vascón sí que tienen una presencia importante pero sólo a partir del siglo X y, desde luego, no pueden ser los autores de textos latinos tan cristianos y con algún término arabizado.(81)

NOTAS

64.”Historia de Granada”. R. Gerardo Peinado y J. Enrique López de Coca Castañer. Editorial D. Quijote. Granada. pág.38.

65.Leopoldo Torres Balbás, en “Ciudades Hipano-musulmanas”, pág. 39, citando a García Gómez “un alfaquí español”.

66.ver Leopoldo Eguílaz Yanguas, “Del lugar donde fue Iliberis”. Colección ARCHIVUM. Universidad de Granada 1987. edición fascímil. Al-Razi distingue perfectamente la ciudad de Castilla -a la que en la crónica romanceada se denomina Caçalla-de la ciudad de Garnata, a la que califica de ciudad de los judíos. “Crónica del moro Rasis”. Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés. Seminario de Menéndez Pidal y Editorial Credos. Madrid 1975.

67.artículo recogido en el libro “La Alhambra. Relatos de Granada. Recuerdos de Andalucía.” Barcelona 1863.

68.texto citado por Fray Justo Pérez de Urbel en “Hª del Condado de Castilla”, pág. 97 aclarando que se trata de la Castilla granadina.

69.ver “Lápida del siglo XI e inscripción del tejido del siglo X del monasterio de Oña”, por Antonio Fernández Puertas en MISCELANEA DE ESTUDIOS ARABES Y HEBRAICOS. Universidad de Granada 1977.

70.Fray Valentín de la Cruz. “Burgos, Guía completa de las Tierras del Cid”. Diputación de Burgos 1984. pág 115.

71.ver “HISTORIA DE GRANADA”….. pág. 97.

72.citado por Eduardo Corredera, “Padilla de Abajo..” pág. 15.

73.Ver “Burgos, Guía completa de las tierras del Cid”….pág. 153.

74.Ver los documentos de repoblación en los que aparecen los nombres de las iglesias fundadas. -Cartulario de San Millán de la Cogolla. Transcripción de Antonio Ubieto Arteta.Textos Medievales. Valencia 1976.

-Cartulario de Albelda. Antonio Ubieto Arteta. Textos Medievales, 1. Valencia 1960.

-Cartulario de Valpuesta. Mª Desamparados Pérez Soler. Textos Medievales, 28. Valencia 1970.

-Cartulario de Santo Toribio e Liébana. Luyis Sànchez Belda. Patronato Nacional de Archivos Históricos. Madrid 1948.

75.Iglesias reseñadas por Fray Justo Pérez de Urbel, en “San Eulogio de Córdoba o la vida andaluza en el siglo IX”. Ediciones Fase. Rivadeneyra. Madrid 1942. y por Isidro de las Cagigas en “Los mozárabes”.

76.Ibn al-Jatib, “Ihata”, trad. F.J. Simonet “Historia de los mozárabes”, III. pág 539. citado

en Hª de Granada, pág. 125.

77.”Padilla de Abajo…” de Eduardo Corredera, pág. 12.

78.”Padilla de Abajo…” pág 15.

79.documento Nº. 2 del Castulario de San Millán de la Cogolla.

80.Rafael Lapesa. “Historia de la lengua española”.Biblioteca Románica Hispánica. Editorial gredos. Madrid 1988, pág. 153.

81.Sobre la influencia vasca en Castilla ver Fray Justo Pérez de Urbel. “Los Vascos en el nacimiento de Castilla”. Conferencia. Editorial Vizcaína. Bilbao, 1946.

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