Lanjarón, manantial de agua y salud
En la provincia de Granada, a unos 49 kms. de su capital, se encuentra la tranquila villa de Lanjarón, de bien merecida fama de ciudad balneario desde muy antiguo, adonde acuden un elevado número de visitantes, especialmente en verano, para tomar las aguas minero-medicinales de efectos terapéuticos para que les alivien sus dolencias y problemas de artrosis, musculares, digestivos, renales, respiratorios, de estrés y cansancio, de tensión o de peso; y por sus innumerables manantiales de agua potable, fresca y cristalina que brotan por todos los rincones de este apacible pueblo de Lanjarón, procedentes del deshielo de la nieve que cubre las laderas de la cercana Sierra Nevada.
Para remontarnos al origen de su historia, tendríamos que trasladarnos al siglo XIII, cuando un grupo de colonizadores bereberes se asentaron en el lugar y favorecieron el crecimiento demográfico de la población e impulsaron su actividad industrial, comercial y económica, dándole a la ciudad el nombre de "Al-lancharon", que en árabe significa "manantiales". Por lo tanto, podemos decir que la ciudad tuvo un origen árabe y así se mantuvo hasta la la llegada de los Reyes Católicos y la rendición del reino de Granada en 1492.
En nuestro paseo por la ciudad, en primer lugar, hemos de referirnos al Balneario, situado a la entrada de la villa, llegando desde Granada, en la Avenida de la Alpujarra ; edificio de primeros del siglo XX, de estilo neomudéjar, de aspecto suntuoso, sobrio y elegante; de planta rectangular, de dos alturas y flanqueado por dos torres de planta cuadrada, estando el cuerpo central precedido de una terraza balaustrada.
El Castillo árabe, erigido entre los siglos XII-XIII, del que se conserva parte de los muros y en mal estado; los Lavaderos del río, detrás de la Ermita de San Sebastián, junto al río Lanjarón; la Cañona , una réplica en hierro de mortero o pequeño cañón, símbolo de la localidad, que se encuentra en una de las entradas del pueblo, pueden ser motivo de interés y de ser contemplados en el paseo, pero es el Barrio Hondillo lo más atractivo de nuestra visita, se trata de un conjunto de calles estrechas, plazuelas, "tinaos" y portales, de casas antiguas, algunas con hornacinas religiosas en sus fachadas, que se pisan unas a otras y conforman un conjunto arquitectónico singular, de la época medieval, y que agrupan en torno a las calles Hondillo y Castejón, a las que se llega desde la Plaza de la Constitución.
Si queremos pernoctar en la ciudad y disfrutar de su gastronomía, el establecimiento adecuado que reúne ambas condiciones y que sugerimos es el Hotel de Alcadima y su restaurante, en la calle Francisco Tárrega, 3, en el casco urbano de la localidad. Hotel rural, con cierto encanto, de amplias dimensiones, buenas vistas y muchas instalaciones, entre las que cabe destacar la piscina, el spa y su restaurante, el lugar con más encanto del establecimiento, que ofrece platos contundentes de la cocina tradicional.
Entre las fiestas del lugar, cabe mencionar la que se celebra la noche del 23 de junio, que culmina en las primeras horas del día 24, día de San Juan, con una tumultuosa batalla de agua. Dada la situación en que se encuentra la villa de Lanjarón, en el umbral de la Alpujarra , si disponemos de tiempo y ganas, podríamos continuar nuestro recorrido subiendo y visitando los bellos y blancos pueblos que la conforman.
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